lunes, 6 de julio de 2009
Diego Thompson
James Thompson, fue el tercer hijo de William Thompson y su esposa Janet Burnet. Nació el 1 de Septiembre de 1788 en el puerto de Creewton al suroeste de Escocia. Su padre fue director escolar y por muchos años secretario de una congregación evangélica.
Vino a América del Sur, aún cuando los países se encontraban en un tiempo de guerras en pro de su liberación, para difundir el método lancasteriano, monitoral o enseñanza mutua, muy apropiado para la educación elemental y la alfabetización, cuya idea central era la organización de los estudiantes de manera que los más avanzados actuasen como monitores.
Para él un sistema de educación centrado en la Biblia era la pieza clave para el avance de cualquier pueblo. Ya en América se hizo llamar Diego por respeto y admiración a la cultura latina.
En 1818 Thompson llegó a Buenos Aires con el deseo de servir a Jesucristo mediante la promoción de las Sagradas Escrituras y la implantación de un sistema de educación popular. Para él un sistema de educación centrado en la Biblia era la pieza clave para el avance de cualquier pueblo. Las noticias que recibió del éxito de las escuelas gaélicas, que usaban las Escrituras en gaélico en las tierras altas de Escocia, fortalecieron en él esa convicción.
El primer “colportor” llegado a Chile fue el inglés Mr. James Thompson, el año 1821, desde Argentina, donde se hallaba como agente de la Sociedad Bíblica Británica.
También por vez primera se empezó a leer la Biblia en las escuelas de esa ciudad, por supuesto que en las lancasterianas. En 1821, O’Higgins apoyó decididamente que se gestionara la implementación del método de enseñanza mutua “para dilatar hacia todos los puntos de Chile la Enseñanza en todas las clases, especialmente la más numerosas e indigentes”. En el mismo año, el gobierno de Chile, a través del Ministro Miguel Zañartu, ofreció a Diego Thompson la suma de mil doscientos pesos anuales, con el propósito de fundar un colegio lancasteriano, que como señalamos, se basaba en que los alumnos más aventajados enseñaban a los demás, y así se podía suplir la carencia de maestros. Thompson, que estaba residiendo en Argentina, aceptó el contrato que se le ofrecía.
Demuestra el profundo interés del gobierno de Chile en mejorar la educación de sus nacionales. Tenemos que tener presente que con el método de enseñanza mutua solamente se enseñaba a leer, a escribir y los principios de la aritmética. Otra muestra de la buena aceptación que el método tuvo en Chile está en que, en 1822, el gobierno, mediante decreto supremo, creó una Sociedad Lancasteriana, para difundir el método en nuestro extenso territorio. En la Sociedad se inscribieron connotados personajes, como señala la siguiente lista de miembros: Bernardo O´Higgins, Manuel de Salas, Domingo Eyzaguirre, Joaquín Campino, Francisco García Huidobro, entre muchos más. Thompson era cuáquero.
Se fundaron varias escuelas lancasterianas en nuestro país: dos en Santiago, una, con 200 alumnos, otra anexa al Instituto Nacional, con 150 estudiantes; otra en Valparaíso creada por el gobernador Domingo Eyzaguirre con 150 alumnos y finalmente una en Coquimbo. Esta información nos indica que el método no alcanzó a ser masivo en su aplicación, pero dejó hondas huellas en la pedagogía naciente de Chile. El Decreto del 22 de noviembre de 1821, señala que todos los preceptores debían asistir por rigurosos turnos a recibir instrucción en los nuevos métodos propiciados por Thompson, bajo pena de perder sus cargos si así no lo hacían.
Se creó además el primer silabario metódico que empezaría a usarse en las escuelas del Estado, siendo éste un trabajo de Diego Thompson y se fundó una escuela normal lancasteriana, que constituye la primera creación de una institución dedicada a la formación de maestros en nuestro país.
Thompson estuvo en Chile un año, según lo estipulado en el contrato. A fines de 1821 llegaba Anthony Eaton, también contratado por el Gobierno de Chile para continuar la obra de Thompson. Antes de dejar Chile, Thompson recibió el siguiente reconocimiento: “El ciudadano Bernardo O’Higgins... Director del Estado de Chile, atendiendo el notorio patrimonio de Don Diego Thompson, natural de Inglaterra, y al relevante mérito que se ha labrado en Chile como director de escuela de enseñanza mutua, según el sistema de Lancaster, establecido en esta capital en la Normal y otras que se han abierto... he venido en declarar, como declaro, por ciudadano chileno...
Dado en el Palacio Dictatorial de Santiago de Chile a 31 de mayo de 1822.
Con este título, de ciudadano chileno, Thompson partió hacia Perú y Colombia. Después de una labor fructífera en Argentina y en Chile, Thompson fue llamado en 1822 por el general José de San Martín para instalar el mismo sistema de educación en el Perú. Mientras iniciaba sus escuelas, trazó planes para traducir la Biblia al quechua, para poder atender al número de peruanos que hablaban ese idioma. También investigó la posibilidad de tener traducciones en los idiomas "aymara y moxa".
Thompson aprovechó su estadía en España para investigar a fondo las fuentes de la famosa Biblia Políglota Complutense del siglo XVI. Sin embargo, el tiempo no fue propicio para lograr todo lo que deseaba.
En Inglaterra Thompson no podía olvidar España y, en 1855, unos meses después de su muerte, se formó la "Sociedad Española de Evangelización", gracias a sus esfuerzos y escritos. En ese ministerio fue fundamental el poner al alcance de todos la Palabra de Dios. Eso convirtió a Thompson en precursor de la traducción bíblica de la época moderna. Él mismo dijo: "Salí de mi patria al exterior para servir al Señor Jesucristo en la causa de su Reino, cuyo lema es: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!".
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